Muchas veces nos preguntamos por qué nos cuesta tanto hacernos entender y por qué nos cuesta entender lo que nos dicen en los diferentes entornos sociales, familiares o laborales en los que nos movemos. Quizás el problema radica en que vemos la comunicación desde el tradicional modelo donde hay un emisor, un mensaje y un receptor, y fundamentalmente este modelo no alcanza, porque somos seres complejos y lingüísticos.
Por eso no podemos dejar de lado aspectos tan importantes como la corporalidad (los gestos, las posturas), las emociones (aquello que nos genera las distintas formas en que interpretamos las cosas) y el contexto (el marco en donde nos movemos, el trabajo, la familia, las situaciones, hasta el contexto físico, como una sala en silencio o un restaurante lleno de gente).
Uno de los grandes retos que tenemos es el de entender la comunicación como el arte de expresar claramente las ideas, validando que el otro entendió lo que yo quería expresar, por lo que me esfuerzo para cuidar la palabra escrita, verbal, gestual, postural, mover el observador y activar la escucha activa emocional y racional.
Esto es vital porque la realidad no existe en sí misma, ya que se compone de hechos más interpretaciones. La realidad existe en virtud de cómo la OBSERVAMOS o cómo la INTERPRETAMOS. La capacidad de transformar el mundo está asociada al poder de nuestras interpretaciones, las cuales están ligadas a mi observador.
Por eso, cuando pensemos en cuáles son los atributos que debe tener una persona para estar en una estructura, formar parte de un proyecto o de un equipo, uno de los principales es la capacidad de comunicarse desde la escucha empática, que no es más que la habilidad individual que ayuda a expresar los sentimientos, opiniones y pensamientos de una manera adecuada, sin hacer daño a los demás, buscando ambientes sanos que permitan relacionarnos de una manera respetuosa.
Pero es importante entender que la asertividad es un proceso, no un estado permanente. Así como uno cambia, también evolucionan las situaciones de la vida y se tendrá que hacer frente a nuevos retos comunicaciones que requerirán distintas habilidades. Por eso debemos estar siempre atentos a cuál es el modo más apropiado para expresarnos, dedicando tiempo a pensar antes de hablar y a ser cuidadosos con el uso de la palabra y de la comunicación no verbal.
Es interesante trabajar con los equipos de trabajo de las organizaciones en cómo mejorar la comunicación para reforzar el trabajo en equipo y conseguir ambientes de trabajo más sanos. La formación experiencial es muy útil porque permite que las personas vivan situaciones que los hacen reflexionar sobre cómo se comportan en diferentes escenarios, no desde él juzga miento o el reproche, sino desde la experiencia.
Las metodologías creativas que usan herramientas como el ritmo y el movimiento corporal son muy útiles porque se centran en la idea que el baile y el tambor son una metáfora del lugar de trabajo, donde cada persona tiene que desempeñar su trabajo, pero a la vez tiene que escuchar a los demás, y asumir el mando si otros se salen de lugar, además de mejorar sus propios pasos para mantener el grupo al mismo compás.
Por eso, al armar a las personas con una gama de herramientas corporales novedosas relacionadas con la percusión, la danza, el canto y en general con la puesta en escena, los asistentes vivirán una experiencia creativa distinta y novedosa, que les ayudara a afianzar su rol dentro de la organización y vincular su comportamiento con la importancia de comunicarse asertivamente y respetar a los demás.
Mauricio Montaña
Profesional Senior con más de 20 años de experiencia en el desarrollo e implantación de proyectos en Sostenibilidad, Responsabilidad Social Empresarial y Formación.
Formador especializado en Aprendizaje Experiencial y con amplia experiencia en proyectos con diversos grupos de interés.